Como madres y padres, en muchas ocasiones podemos observar señales que nos preocupan: todavía no habla, no interacciona con otros niños, le cuesta aprender los contenidos del colegio, actúa con mucha “impulsividad”, no se puede concentrar en lo que hace o tiene dificultades notables para leer o escribir.

Ante este tipo de situaciones, es normal que surjan dudas o inquietudes sobre cómo actuar. En estos casos, la persona especializada para hacer una valoración es el neuropsicólogo/a infanto-juvenil.

1. ¿QUÉ ES LA NEUROPSICOLOGÍA INFANTO-JUVENIL?

La neuropsicología infanto-juvenil es una rama de la psicología que estudia cómo se desarrolla y funciona el cerebro, y cómo ese funcionamiento influye en el comportamiento, las emociones y el rendimiento del niño o adolescente.

Las redes cerebrales permiten que los niños puedan hablar, correr, jugar, aprender, atender, concentrarse, comprender, socializar con otros niños o realizar cualquier otra actividad cotidiana.

Cuando hay un daño, una disfunción o una maduración más lenta de estas redes, esto puede influir directamente en el comportamiento, el aprendizaje y la evolución del niño.

    2. ¿CÓMO SE REALIZA UNA VALORACIÓN NEUROPSICOLÓGICA?

    Una valoración neuropsicológica pretende dar respuesta a esas señales que preocupan a los padres. Para ello, se sigue un proceso que incluye dos pasos fundamentales:

    1. Entrevista con los padres o tutores legales

    En esta entrevista se recoge toda la información relevante del desarrollo del niño, desde su gestación hasta el momento actual. Conocer su historia evolutiva ayudará a entender qué puede estar sucediendo a nivel cerebral y cómo está afectando en su conducta y maduración cognitiva.

    1. Pruebas neuropsicológicas

    Las baterías y tests estandarizados nos permiten conocer en qué momento madurativo se encuentra el niño con respecto a su edad cronológica. Nos ofrecen una visión de sus puntos fuertes y sus posibles dificultades.

    No obstante, durante estas pruebas el criterio y juicio clínico del profesional es fundamental y, los resultados numéricos de estas pruebas complementan las observaciones del neuropsicólogo/a. La forma en la que el niño se enfrenta, responde y realiza las pruebas ofrece información clave que no queda reflejada en los resultados de estos tests.

    Durante la sesión de valoración, el neuropsicólogo/a estará atento a aspectos como los siguientes:

    • Cómo funcionan sus sistemas de atención y qué factores están impidiendo que no pueda concentrarse.
    • En qué momento aparecen la fatiga o las distracciones, y de qué forma se expresan.
    • Cómo está recibiendo y procesando la información de su entorno. Es decir, de qué forma integra los datos a nivel visual, táctil, auditivo, oral, olfativo o interoceptivo.
    • Qué le motiva tener un tipo de comportamiento u otro.
    • Cuáles son sus mayores intereses y motivaciones.
    • Cómo socializa e interacciona con los demás: sus gestos, distancia interpersonal, forma y contenido de su conversación o cómo realiza un juego.
    • Aspectos físicos relevantes, incluyendo la morfología corporal, el tono muscular, la marcha y la coordinación motora, la expresión facial y el contacto ocular.

    En conclusión, durante una valoración neuropsicológica se realizarán y se tendrán en cuenta una serie de pruebas estandarizadas, pero principalmente se observará y se comprenderá al niño/a en su globalidad. El ojo clínico y la experiencia del profesional serán aspectos clave para interpretar y extraer conclusiones sobre su diagnóstico con mayor precisión.

    1. Informe neuropsicológico

    Toda esta información es recopilada y resumida en un informe neuropsicológico que es entregado a la familia, ofreciendo el diagnóstico y orientaciones claras sobre los próximos pasos a seguir.

      3. ¿QUÉ FUNCIONES DEL CEREBRO EVALUAMOS?

      En una valoración neuropsicológica se estudia de forma global e integrada el desarrollo de todas las capacidades cognitivas de los niños/as y adolescentes:

      • Los sistemas atencionales y la habilidad para controlar interferencias o distractores.
      • La memoria.
      • El aprendizaje.
      • La velocidad de procesamiento (tiempo de respuesta a estímulos).
      • El procesamiento visual, auditivo, táctil, oral y del movimiento.
      • La habilidad visuoespacial.
      • El lenguaje expresivo y receptivo.
      • La motricidad y las praxias.
      • Las funciones ejecutivas (capacidad para organizar y secuenciar información, resolver problemas, razonar u ofrecer respuestas alternativas a una misma situación…).

        4. ¿QUÉ TIPO DE DIFICULTADES PODEMOS DETECTAR?

        Entre las patologías más comúnmente evaluadas encontramos:

        • Parálisis Cerebral
        • Epilepsias
        • Lesiones cerebrales traumáticas
        • Accidente cerebrovascular pediátrico
        • Trastornos neuromusculares
        • Síndromes genéticos: síndrome de Down, síndrome de Williams, síndrome de Noonan, síndrome de X frágil…
        • TEAF (trastorno del espectro alcohólico fetal)
        • Síndromes hemisféricos derechos como el DAMP (Déficit de atención, control motor y percepción).
        • Trastornos del neurodesarrollo: TEA (Trastorno del Espectro Autista), TDAH (Trastorno de déficit de atención e hiperactividad), trastornos del aprendizaje, trastornos del lenguaje, trastornos disejecutivos…
        • Trastornos neuropsiquiátricos.

        5. TRAS LA VALORACIÓN NEUROPSICOLÓGICA

        Tras evaluar de forma integral todos los procesos y funciones cognitivas del niño, junto con la información obtenida en las pruebas médicas y la entrevista con los padres, el neuropsicólogo/a establecerá un diagnóstico.

        En caso de ser necesario, se propondrá un plan de intervención personalizado, con un seguimiento de los objetivos, que incluirá la intervención del especialista más adecuado para el caso: neuropsicólogo/a, neuropediatra, logopeda, psicólogo/a clínico o fisioterapeuta.